«No es saludable estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma»
Jiddu Krishnamurti
Las cosas nunca son como parecen. Hay una realidad detrás de cada uno de nosotros que solamente conocemos nosotros mismos.
Tal vez por eso estás leyendo esto… Estoy convencido de que muchos de nosotros tenemos necesidad de aullar, de gritar, de emitir ese grito primario de liberación, de desnudarnos en cuerpo y alma, de mostrarnos desafiantes ante las imposiciones morales y sociales, de masturbarnos física y mentalmente observándonos los unos a los otros, aprendiendo, admirándonos, descubriéndonos, disfrutándonos, dejando fluir con libertad absoluta nuestra esencia, rompiendo barreras, compartiendo sueños y convirtiéndolos en realidades, aceptando y celebrando nuestra lokura, dándonos cuenta de que en el fondo todos somos iguales, respetándonos y amándonos simplemente por lo que somos con el único fin de vivir plenamente nuestra existencia y nuestra libertad.
Debemos aceptar que en la mayoría de los casos todos llevamos una vida mediocre que no nos satisface y que no nos aporta la paz, la felicidad, ni la plenitud que real e íntimamente deseamos.
Tenemos la imagen de «Libertad» escrita en nuestras banderas, pero somos esclavos. Tenemos la imagen de amor, pero resulta ser un sentimiento dependiente y egoísta. Tenemos la imagen de armonía, pero solemos estar confusos e inseguros. Nuestro autoconocimiento es normalmente pobre y nuestra vida está llena de miedo y necesidad de autoafirmación.
Habitualmente se busca la seguridad y plenitud tratando de tener más propiedades a todos los niveles. Seamos honestos: esto no funciona. Aunque hay mucha gente que se conforma o no se plantea nada más allá de lo estrictamente convencional, material y socialmente «normal» (¡y… benditas sean sus almas!), siempre habrá gente como nosotros, en constante búsqueda de un mejor conocimiento de quienes somos, de nuestra relación con los demás y con el mundo que nos rodea. Intuitivamente nos queremos dar una oportunidad para desarrollarnos tal como deseamos y como creemos que nos merecemos. A pesar de tener un trabajo, un coche, una vivienda, una relación estable, el cariño de una familia, de poder permitirnos algunos caprichos, a pesar de «tenerlo todo», percibimos que nos falta algo y reconocemos que ese «algo» es intangible, que tiene mucho más que ver con la espiritualidad y con nuestro desarrollo como individuos que con lo material.
Pretendemos desarrollar un conocimiento más profundo de lo que es ser humano y del uso de la libertad dentro de este rígido engranaje en el que vivimos. La rebeldía, el inconformismo y la utopía son nuestras armas para no perder nuestra identidad y los impulsos para continuar derribando barreras.
Uno de los mayores problemas de la sociedad actual, tan tecnológica e individualista, es la soledad. Soledad dentro de la pareja, de las familias, de los amigos, en nuestra vida espiritual, en nuestros deseos y en nuestras pasiones. Siendo seres sociales, esta soledad va en contra de nuestra propia naturaleza.
Afortunadamente, aunque no sepamos quienes son, hay mucha gente buscando nuevos vínculos, nuevas calidades, nuevas formas de convivencia, de creencias, y de espiritualidad; formas sociales alternativas.
Admiro profundamente a los «buscadores de su propia verdad», a cualquiera que sea honesto consigo mismo, Nadie puede decirnos qué camino tomar. Las religiones y las sociedades se basan más en el conformismo, en la seguridad y en el orden social que en la búsqueda de la verdad. Es una labor individual buscar y elegir lo que es necesario y bueno para uno mismo. La única forma de hacerlo es desnudando el alma, desprendernos de la «seguridad» de las religiones y de las «normas sociales» y vagar por territorios interiores desconocidos. Esto significa enfrentarnos internamente al desespero, a la soledad, a la ansiedad de una de las más grandes incógnitas de nuestra vida. El proceso es doloroso y puede durar mucho tiempo, e incluso, puede que lo suframos varias veces en nuestra vida.
Romper con el pasado, sumergirnos en la búsqueda, enfrentarnos a la lucha de fuerzas de nuestra mente hasta que tenemos una revelación desde el inconsciente que con el tiempo es asimilada y aceptada por el consciente, devolviéndonos el equilibrio.
Este es el descubrimiento de quienes somos realmente, de nuestro espíritu o nuestra alma, sin otras implicaciones: nuestro auténtico ser. Es una aventura y una elección personal. Es una lucha silenciosa y propia. Las preguntas nos las realizamos todos; unos tienen suficiente con las respuestas que les proporcionan sus religiones o los dictados sociales; otros son capaces de romper con su bagaje cultural con tal de ser fieles a sí mismos y de buscar respuestas que realmente les satisfagan aunque el proceso sea doloroso.
Hay tres cuestiones fundamentales para llegar a ser uno mismo:
– Reconocer tus sentimientos
– Aceptar el mensaje
– Actuar en consecuencia
Nadie más que nosotros mismos puede liberar nuestras mentes.
La conciliación con nosotros mismos aparece cuando reconocemos qué aspectos emocionales, sexuales y espirituales, son los auténticos y propiciamos que sucedan para satisfacernos. Cada uno de nosotros tiene su propia llave para abrir la puerta de su corazón y liberar los sentimientos, las ideas y las pasiones más profundas y verdaderas.
A través una comunicación sin prejuicios (empezando con nosotros mismos), lograremos la conexión entre el cuerpo, la mente, y el espíritu con el mundo que nos rodea, haciendo de esto nuestra filosofía de vida; esto es, aprender a estar totalmente abiertos y a sentir desde la profundidad de nuestro ser: eso es VIVIR.
Uno de los mayores placeres que existe es asumir la responsabilidad de nuestra propia libertad y libertinaje.
¿Libertad o libertinaje? La eterna cuestión.
Hermanos, yo elijo AMBAS DOS.
Reconozco y acepto que soy un libertino. Muchas de mis sensaciones de libertad se oponen a las leyes, a la religión y/o a las buenas costumbres, por tanto, soy un libertino. Y son precisamente esas sensaciones y esas «LOKURAS» son las que me mantienen vivo, con ilusión, en equilibrio, y SANO. Si las reprimiera sería un amargado deprimido y probablemente estaría loco de verdad.
En una página sobre el tema leo: «Libertad es actuar sin presiones externas ni internas, mientras que el libertinaje es ir mas allá de esa libertad perdiendo por completo los valores que debe guardar un ser humano».
!Bien¡
Y digo…¿a qué valores se refiere? A veces me quedo…¡sin palabras!
En una sociedad tan hipócrita y mezquina como la nuestra, ¿a qué valores nos referimos? Desde luego esos «valores» no deben afectar a las invasiones, ni a las guerras, ni al terrorismo, ni a la expulsión de los inmigrantes, ni al racismo, ni la discriminación, ni a la violencia (real o de ficción), ni a los desfavorecidos, ni a la protección del medio ambiente, ni a la ayuda a países del «tercer» mundo, ni, ni, ni……
¡Noooooooooooo!
Los «valores que debe guardar el ser humano» parece que se reducen a no escandalizar al prójimo y sus «buenas costumbres».
¿A quién estoy haciendo daño yo si me apetece caminar descalzo por la calle, si me visto como me da la gana, si digo lo que pienso, si me pongo un taparrabos, si bailo desnudo bajo la lluvia, si me abrazo a los árboles, si la marihuana me eleva, si mi filosofía es la utopía, si creo en la bondad infinita del hombre, si me gusta ensuciarme, si deseo encontrar hermanos lokos como yo para disfrutar de la libertad, del aprendizaje, del amor, de la bondad, de la alegría, de la sensualidad, de la sexualidad todos juntos; ¿a quién hago daño? ¿a quién? ¡qué alguien me responda!
Para ser libres no es necesario creer ni entender nada: sólo es necesario sentir. Y «sentir» esta en nuestras manos. Es algo instintivo. Somos los únicos que podemos satisfacer nuestras propias necesidades.
Todos deberíamos jugar más, reír más, sentir más, tocarnos más, amarnos más, desnudarnos más, expresarnos desde el fondo de nuestro ser: desinhibirnos más. Debemos ser capaces de transformar nuestros pensamientos y nuestros deseos en realidades.
Estoy convencido que, como nosotros, hay mucha gente que busca lo mismo: una liberación física y espiritual. En mi opinión ambas están íntimamente ligadas.
Yo quiero una espiritualidad conectada con la naturaleza, con la realidad, con la tierra, con la belleza, con el placer, con la bondad, con el amor, con el sexo, con la lujuria, con el sudor, con la generosidad, con la libertad y con la loKura.
La libertad externa es una forma de llegar a la libertad interior y viceversa.
Complicidad, abrazos, calidez, y amor para todos vosotros.
No soy más que un loko desnudo…en busca de otros.
Espero que un día nos podamos abrazar todos juntos, creando nuestra propia realidad.
Amor y Libertad…siempre
Un consejo:
Fúndete con la naturaleza, respira profunda y lentamente, relájate, respira. La naturaleza te ayudará a recordar quién en verdad eres… un ser de paz y amor parte de la Tierra y del Universo. Permítete recordar…y verás todo lo que descubres.
y un pensamiento:
«LA LOKURA ES PODER VER MAS ALLA»
Reflexión sobre los derechos del Ser Humano y la convivencia
Cada persona tiene derechos inalienables a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Nadie ni nada tiene el derecho a enajenar a un ser de esos derechos. Mientras que cada persona pueda respetar los derechos de los demás, todos estaremos bien.
Todos somos seres humanos, y todos compartimos el mismo planeta. Todos queremos vivir en paz y en armonía. Está en nuestras manos contribuir para convertir nuestro hogar en un lugar un poco mejor, más humano, más amoroso, armonioso y bello. Ni las creencias religiosas o espirituales ni la política deben impedir que los seres humanos podamos vivir en paz como hermanos.
Creo que compartir ciertos códigos morales en cuanto a libertad, respeto, desarrollo personal, compasión, solidaridad, etc., son mucho más importantes para nuestra unión y supervivencia que las creencias religiosas y la doble moral socialmente impuesta.